IDEA –
TRABAJO
El Trabajo
dice muchas cosas sobre la valoración. Por ejemplo, afirma que la
octava de desarrollo interior, y así el cambio de nivel de nuestro Ser, empieza en la nota Do, la que es denominada
"Valoración del Trabajo".
La Nota Re es la aplicación de las ideas a uno
mismo.
La Nota Mi es la comprensión de las
dificultades personales.
El Trabajo
dice asimismo que su fin esencial es el despertar del Centro Emocional.
COMENTARIO
No es
difícil entender que la valoración es, en su raíz, emocional.
Valorar es
sentir que algo es importante, valioso.
Pensar que
una cosa es valiosa es muy diferente de sentir que es valiosa.
Teóricamente,
muchas cosas suelen ser valiosas pero no lo son para uno a menos de sentir su
valor.
Encontrar
este Trabajo, detenerse y oírlo, aun conocerlo un poco, no quiere decir que lo
valoramos.
En este
caso, el Trabajo no puede actuar sobre nosotros.
Lo creemos a
ciegas.
Por eso no
está en uno.
Hay muchas
parábolas en los Evangelios que se refieren a la valoración.
Por ejemplo:
"Además,
el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual
un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo
que tiene, y compra aquel campo."
(Mateo,
XIII, 44.)
Alguien
solía preguntar:
"¿Qué
quiere usted?" esto equivale a decir "¿Qué valora usted?"
Un hombre
dirá: "Riquezas"; otro: "Salud", y así sucesivamente.
Salomón,
cuando Dios le hizo esta pregunta, contestó:
"Comprensión".
Ahora bien,
a guisa de material para la observación, pregúntese:
"¿Qué
es lo que valoro?"
Es muy
interesante observarse a sí mismo desde este ángulo.
Si es
sincero consigo mismo, la respuesta posiblemente lo sorprenderá.
Pero esta
clase de observación de sí es muy difícil y requiere mucha sinceridad interior y necesidad —es decir, valoración—.
Se debe, en
suma, desear realmente conocerse mejor.
La mayoría
de la gente no valora el conocimiento de sí, no comprende que cuando se conoce
algo plenamente en uno mismo equivale a separarse de ello.
¿Por qué?
Porque así
se vuelve objetivo para uno como algo visto internamente y que de este modo no
puede obrar inconscientemente, como cuando uno se identifica con ello y nos
enferma, nos enfada, etc., en ciclos que se repiten, sin que se pueda discernir
el por qué.
La observación
de sí es llevar cada vez más a la conciencia las cosas que están en uno mismo
de modo que se pueda decir:
"Este no
es yo.
De otra
manera se está pegado a ellas y bajo su poder —esto es, se identifica uno con
lo que no es uno mismo—.
Actúan
entonces sobre nosotros inconscientemente —a menudo de una manera terrible y
mórbida—.
Pero se
sigue siendo inconsciente de ellas, tomando todo como si fuera yo.
Así no se es
consciente de ellas.
Pero, sin valoración, es imposible
observarse a sí mismo.
Se cree que
no vale la pena.
Sí, la
observación de sí puede llegar a ser tediosa —a menos de percibir la razón de
observarse a sí mismo con el fin de transformar su ser.
Ahora bien,
cualquier cosa que se observe imparcialmente, y se acepte interiormente, deja
lugar a un factor más escondido, bueno o malo, emerge a la luz.
La luz es la
conciencia.
Ouspensky
dijo una vez que al principio trabajamos en la oscuridad pero la observación de
sí deja pasar un rayo de luz en las tinieblas.
Adujo que
toda la maquinaria interna de nuestros centros es comparable a una gran fábrica
iluminada por una o dos candelas.
Esto es, no
vemos las asociaciones y las conexiones mecánicas ni tampoco que una cosa
depende de otra, tal como las actitudes equivocadas, o las cosas que están mal
vinculadas y cuando se producen pérdidas de energía, etc.
Si observamos,
si trabajamos, dijo, al cabo de un tiempo obtenemos unas cuantas candelas más y
entonces vemos cuando ciertas cosas funcionan mal.
Esto es
llamado: "Ver el trabajo equivocado de los centros, tal como, por ejemplo,
advertir, observar que siempre empleamos la máquina equivocada —digamos, el
centro emocional— para ciertos problemas de la vida que exigen el uso de la
máquina llamada centro intelectual.
Pero, como
dije, si la gente no valora la observación de sí, si no repara en el valor que
tiene para ella, seguirá haciendo desatinos en la vida, cometiendo los mismos
errores y enfrentándose con las mismas dificultades.
Cuánto
tiempo necesitamos para comprender que nuestro nivel de ser atrae nuestra vida
y sus incidentes.
La gente
experimenta una cosa exterior y experimenta otra, creyendo que todo será
diferente.
Pero la
misma situación se desenvolverá —quizá con personas diferentes o en otro país,
pero exactamente de la misma manera que antes—.
¿Por qué?
Porque no
valoran la idea del cambio de sí y no entienden que el mal está en ellas mismas.
La
observación de sí nos trae el cambio de sí.
Es un método
de cambio de ser, porque hace consciente a una persona donde antes no era
consciente, y la conciencia, que es luz, la libera.
En las
palabras de Pablo:
"Más
todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas
manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará
Cristo."
(Efesios V,
13, 14.)
El Ser de
una persona no puede cambiar si ésta no llega a ser más consciente de su ser.
¿Cómo podría
hacerlo?
Su nivel de
ser y su nivel de conciencia están estrechamente conectados.
Por medio de
la observación de sí es como se llega a ser más consciente del ser y de lo que
hay en él, luego el ser se modificará aunque no mucho —y ya no atraerá la misma
situación y dificultades, los fracasos, etc., que hasta ahora el ser siempre
atrajo.
Pero es
preciso valorarlo, valorar las ideas de la enseñanza —y hacerlas más valiosas
que lo que al presente se valora más, probablemente sin advertirlo.
Hay
solamente cierto espacio disponible en nosotros.
Las cosas
son pesadas y medidas.
No se puede
valorar igualmente todas las cosas.
Es preciso
escoger lo que es valioso.
Este es un
proceso muy extraño, esta selección.
La parte más
real, la parte interior de una persona, debe de haber ya escogido.
Pero la
parte externa, artificial, aun no está de acuerdo.
Y por eso
debe llevar una vida doble por mucho tiempo —no inconscientemente, sino
conscientemente, percibiendo esta contradicción interna.
En relación
con esto, se ve con certeza que la valoración querida por la falsa
personalidad, perteneciente a la parte externa de nosotros, no es generalmente
la misma que aquella de la parte interior más genuina y más real.
Hablo a
quienes ya han notado el efecto de la falsa personalidad en su lado interior.
Maurice
Nicoll
No hay comentarios:
Publicar un comentario